martes, 8 de abril de 2014

El Tiempo de Su Voluntad

 “Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.” Eclesiastés 3:11

 Vivimos para la gloria de Dios, ¿cierto? Él recibe gloria de su creación y su plan para ella, pero no hay manera en que podamos entender completamente el plan de Dios. No hay forma de saber cada cosa en el mundo y ese simple hecho se puede convertir fácilmente en un concepto obsesivo y frustrante. Hay tanto que no sabemos y que nunca sabremos por el simple hecho de que no somos Dios y nunca lo seremos.

 Una de las cosas más difíciles acerca de seguir a Dios y su propósito para nuestras vidas es el ser capaces de confiar en Él y todo lo que eso implica. Confiar en que Él siempre tiene lo mejor en mente para nosotros y nuestros seres queridos, confiar en que Él siempre está con nosotros aún en los momentos en que nos sentimos más solos y temerosos que nunca, y la que más me cautiva; confiar en Su tiempo.

 Este versículo en Eclesiastés nos dice que Él ha hecho todo hermoso a su tiempo, pero déjeme preguntarle algo: ¿qué pasa si yo estoy enfermo y Dios no quiere sanarme justo ahora o en muchos años o nunca? No importaría cuanto yo orara, no podría cambiar la voluntad de Dios. Es duro de digerir, ¿cierto? ¿Qué tal si Dios no quiere que tengamos una vida larga y feliz sino más bien una corta y difícil? ¿Aun así Él sería glorificado? ¿Aún confiaríamos en Él?

 Si vivimos para su gloria y estamos dispuestos a hacer lo que sea por Él, confiaríamos ciegamente en su tiempo y voluntad. Cada vez que oro por la sanidad de alguien en la calle le pido a Dios que sane a esa persona para que Él sea glorificado, pero entonces pienso: “bueno, ¿Qué tal si este no es el momento indicado para que esta persona sea sana? ¿Dios todavía está siendo glorificado?” No es que me falte fe en creer que mi oración está siendo oída pero siempre quiero que Su voluntad prevalezca, aun cuando no tenga sentido o sea todo lo contrario de por lo que estoy orando, y entonces simplemente le doy la gloria por lo que sea que sea que esté haciendo en la vida de esa persona.

 Antes de conocer a Cristo, estaba molesto con Dios por no hacer las cosas como yo quería que las hiciera, pero cuando me encontré con Romanos 8:28 todo tuvo sentido: “ Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Las palabras claves: su propósito. Su deseo, su ambición, sus sueños para nuestras vidas. Les puedo asegurar que estos van a ser infinitamente mejores que cualquier deseo, ambición o sueño que tengamos para nosotros mismos. ¡Gracias Dios por estar al mando y no yo! ¡Qué alivio!

 “Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” 2 Corintios 4:16-18

 Cuando Pablo escribió estos versículos, ya había pasado por todo tipo de circunstancias por el Evangelio. Se nota que está cansado cuando uno lo lee, pero él no se paraba a enojarse con Dios por no tener un paseo de rosas por las naciones, no mirando él las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas. Así que preguntaré nuevamente: ¿Qué tal si nunca llegamos a ser ricos? ¿O qué tal si nunca llegamos a tener cuerpos que funcionen perfectamente? ¿Qué tal si nunca llegamos a entender por qué algo terrible sucedió en nuestras vidas? ¿Vamos a estar resentidos por siempre por eso o vamos a confiar en Ese que no se ve? Todas estas preguntas se vuelven irrelevantes cuando aceptamos su voluntad en nuestras vidas.

 Su tiempo es perfecto al igual que su plan para nuestras vidas, es un plan lleno de pensamientos de paz, y no de mal, para darnos esperanza y un futuro (Jer. 29:11). Lo único que ocupamos es confiar. Confiar en que Él está en control y que lo que sea que pase, aunque no nos guste para nada, aunque nos duela en lo más profundo, será para nuestro propio bien de acuerdo a su propósito. Todo es para su gloria.

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